domingo, 29 de abril de 2012

Llueve


Abre el armario, sí, elige la ropa, no sabe si color claro u oscuro.
Piensa, no sabe si camisa. …o camiseta.
Color blanco, quizás, piens que  con ello pueda parecer mejor persona.
O color negro? No, el negro es triste y, ella no está triste, ¿no?
Recorre la cortina y mira a través del cristal empañado como cae la lluvia, pero, piensa que las gotas no tienen demasiada fuerza.
No, no tienen tanta fuerza como para hacerla daño.
Se viste pensativa, no sabe que destino llevará la camisa blanca y el pantalón oscuro.
Se peina, no piensa, actúa.
Se mira al espejo…y lo ve, ve que ahí está su error. Ve el reflejo de una mirada que no dice nada.
Ve sus ojeras de no dormir, sí, piensa, toda la noche dando vueltas en la cama, maldita resaca.
Pero sabe que no es resaca, lo sabe.
Sabe que, algo no está bien.
Palabras mal sonantes quizás, dichas en una noche equivocada con un tono de alcohol que no deja ver un nuevo amanecer.
Se va, sale a la calle, se moja, sí, llueve, se olvidó el paraguas, pero no la duele, la lluvia no tiene fuerza.
Lo ve, ahora sí, lo ve y la lluvia gana fuerza porque ella se hace más débil.
Se va, se van, a cualquier lugar de cualquier parte que no conoce.
Camisa blanca piensa mientras mira por la ventana del copiloto.
Lo reconoce, ha acertado, está guapa.
En cualquier lugar de cualquier parte tras una entonación un tanto grave y un mal sabor de boca, acaba pasando la tarde sin saber que sigue lloviendo.
Sí, es verdad, llovía, pero dentro de mi mundo pequeño en aquel lugar, no…no había reloj, sólo un maldito sonido contínuo que retumbaba en su cabeza.
Y así, sin más, pasó la tarde lloviendo sin llover pero con una amarga despedida.
La calle está mojada y, sigue lloviendo.
Se pone el pijama, sí, ya es hora, pijama de seda sin dudar….y a soñar con un nuevo día….

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