lunes, 30 de abril de 2012

Noche fría.


Vaso de agua, medio lleno.
Librito de noche, a 3 metros sobre el cielo.
Móvil, para que le despierten en la noche por si estuviera soñando.
Coloca las sábanas, mal de primeras bien de segundas.
Se arropa, me arropo….luce la tele y…mis ojos se cierran.
Librito a 3 centímetros de mi cabeza, a muchos sobre el cielo.
Móvil, que no suena, porque no está soñando.
Vaso de agua, por si acaso.
Dormir plácidamente hasta que algo te despierte.
La luz…se dejó la tele encendida.
Tiene frío, pero está caliente su espalda.
Tengo calor, pero mis pies sobre salen y están fríos, muy fríos.
Se da la vuelta, piensa, así mejor.
Amanece, sí, no sabe cómo solo han pasado un par de horas y amanece.
Vaso de agua, traga y calma su sed.
Duerme, piensa, sobre él, así mejor.
Y ahora sí, ahora sí duerme un par de horas más, arropando el frío que el nórdico no tapó.
Despierta, tu móvil no suena, pero alguien ha soñado una vez más.
Y, una vez más, sale de aquel lugar en alguna parte…con un vaso medio vacío, un librito sin tocar y un móvil que empieza a sonar.

domingo, 29 de abril de 2012

Llueve


Abre el armario, sí, elige la ropa, no sabe si color claro u oscuro.
Piensa, no sabe si camisa. …o camiseta.
Color blanco, quizás, piens que  con ello pueda parecer mejor persona.
O color negro? No, el negro es triste y, ella no está triste, ¿no?
Recorre la cortina y mira a través del cristal empañado como cae la lluvia, pero, piensa que las gotas no tienen demasiada fuerza.
No, no tienen tanta fuerza como para hacerla daño.
Se viste pensativa, no sabe que destino llevará la camisa blanca y el pantalón oscuro.
Se peina, no piensa, actúa.
Se mira al espejo…y lo ve, ve que ahí está su error. Ve el reflejo de una mirada que no dice nada.
Ve sus ojeras de no dormir, sí, piensa, toda la noche dando vueltas en la cama, maldita resaca.
Pero sabe que no es resaca, lo sabe.
Sabe que, algo no está bien.
Palabras mal sonantes quizás, dichas en una noche equivocada con un tono de alcohol que no deja ver un nuevo amanecer.
Se va, sale a la calle, se moja, sí, llueve, se olvidó el paraguas, pero no la duele, la lluvia no tiene fuerza.
Lo ve, ahora sí, lo ve y la lluvia gana fuerza porque ella se hace más débil.
Se va, se van, a cualquier lugar de cualquier parte que no conoce.
Camisa blanca piensa mientras mira por la ventana del copiloto.
Lo reconoce, ha acertado, está guapa.
En cualquier lugar de cualquier parte tras una entonación un tanto grave y un mal sabor de boca, acaba pasando la tarde sin saber que sigue lloviendo.
Sí, es verdad, llovía, pero dentro de mi mundo pequeño en aquel lugar, no…no había reloj, sólo un maldito sonido contínuo que retumbaba en su cabeza.
Y así, sin más, pasó la tarde lloviendo sin llover pero con una amarga despedida.
La calle está mojada y, sigue lloviendo.
Se pone el pijama, sí, ya es hora, pijama de seda sin dudar….y a soñar con un nuevo día….

domingo, 1 de abril de 2012

Un ventanal- Día 1 de marzo

Quizás, sea mejor que no te preguntes qué sentido tienen las palabras que ves sobre el papel arrugado. Será mejor, quizás, que acomodes tu pequeño sillón de terciopelo rojo delante de tu ventana y, sientas como, las gotas de lluvia cada vez se hacen más pequeñas.

Te incito a pensar en caminar sobre la lluvia y ver cómo te hago estremecer porque la ropa se empieza a pegar a tu piel.

Ahora, no quiero incitarte a pensar en el por qué de mis palabras, simplemente quiero, que cierres los ojos y, escuches como caen las inmensas gotas, rozando el cristal de un gran ventanal. Siéntelo, porque entonces recordarás como de mis ojos caían las más pequeñas gotas tras el ventanal de tu alma por sentir indiferencia.

Pregúntate por qué, estás sentado delante del ventanal esperando a recordarme.

Quizás ahora sea mejor que arrugues el papel ya arrugado, quizás ahora sea el momento de dar la espalda al ventanal. Quizás ahora veas un gran precipicio por dejar atrás la inmensa lluvia sin pensar en mí, por no pasarte indiferente.

Pregúntate, si tienes miedo de dejar que la lluvia roce mi piel. De que no estremezcas porque nadie te haga estremecer.

Pero, no quiero que te preguntes si, quizás sea mejor que me preguntes si me he ido para siempre y tú no piensas volver.

No tendrás respuesta sin un quizás.

No tendrás pregunta sin preguntarte.

Tendrás un ventanal sin lluvia, por no esperarme.