Ruido incesante, gente llorar, mi nombre de fondo…
Creía estar soñando cuando una voz nerviosa me dijo al oído “despierta, en la calle pasa algo”, con una sonrisa en mi cara a pesar de la madrugada y de un olor característico que apenas deja respirar, me asomé al balcón, recibiendo de repente un golpe en toda la cara, plasmando una figura minera en la que ahora solo quedan restos de recuerdo de una madrugada…ardiente.
El golpe negro en mi cara, los nervios de la gente corriendo, personillas pequeñas desde un quinto piso que podemos observar que te muestran ayuda…pero ninguna confianza y, de repente un, ¡¡no salgas!! fuerte y conciso, plasman el miedo de esa madrugada.
Toallas mojadas en ventanas, ropa puesta al tuntún, los móviles sonando sin cesar, sin agua, sin saber que está pasando ni que tenemos que hacer, en mi cabeza solo pasas tu. Solo necesitaba oír tu voz, solo me relajaba o me ponía más nerviosa, no losé, el escucharte, necesitaba de alguna manera, una palabra tuya.
Llamada que trajo consigo un repentino salto de tu cama para venir hacia mí, sin poder verme ni tocarme, solo intuir mi reflejo a través del cristal. Cristal maldito por momentos, cada minuto que pasaba sin que tú me pudieras ver, se me hacia eterno…y de repente te dejé de ver, solo veía humo y sirenas luciendo, pero tú no estabas; volviste a llamar, bendita llamada, gracias a ella pudieron sacarnos de aquel foco que por momentos no nos dejaba respirar….pero una vez más, tu ya no estabas. Solo quedaba la gente atolondrada, algunas reían de nervios, otras lloraban y otras simplemente no respiraban.
Te fuiste de alguna manera, no era momento, ni quizás tampoco el lugar, para decirte, que eres lo mejor de mi vida y que ojala el fuego que esa noche inundo la tranquilidad, no sea nunca el cristal de mi reflejo en tu pensamiento.
Solo necesito el fuego de nuestra pasión y, tu mirada cristalina.
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